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5 de junio de 2011

Lo que dicen otras iglesias sobre la homosexualidad

 

El comportamiento homosexual es un fenómeno con una larga historia, al cual ha habido varias reacciones, culturales y morales. Pero hoy en nuestra vida pública hay algo nuevo, una novedad, que exige nuestra atención y que merece una respuesta moral.

Se trata de un movimiento que se presenta de varias maneras para suscitar la compasión, como una extensión de los derechos civiles hacia las minorías y en forma de revolución cultural. El movimiento homosexual se nos presenta como la mejor descripción de la lucha por los derechos civiles , de hecho, esto es lo que los defensores más apasionados dicen que es. El número del 3 de mayo de 1993 de The Nation, por ejemplo, asevera: "Todas las corrientes convergentes de las actuales batallas por la liberación se consuman en la batalla gay (a favor del homosexualismo). El momento de la liberación gay es, de alguna forma, similar al momento que otras comunidades han experimentado en el pasado de la nación. Pero es también algo más, porque la identidad sexual está en crisis entre la población y los gays -- al principio los sujetos y objetos más conspicuos de la crisis -- se han visto obligados a inventar una cosmología completa para asirla con firmeza. Nadie dice que los cambios vendrán fácilmente, pero es posible que una desdeñada minoría sexual cambie a Estados Unidos para siempre".

Aunque algunos mencionan "el movimiento" desde el "Stonewall Riot" de junio de 1969, hemos presenciado más recientemente una campaña más intensa y concertada en los medios y en las principales instituciones culturales para promover la causa gay y lesbiana. A pesar de que las tradiciones judías y cristianas juzgan en una forma clara y sostenida el comportamiento sexual como moralmente equivocado, esta campaña no ha dejado de afectar a nuestras comunidades religiosas. La gran mayoría de los estadounidenses han sido sorprendidos, confundidos, impresionados y a veces se han enojado por este movimiento que aboga por un cambio radical. Al mismo tiempo, este movimiento ha atraído un apoyo considerable de estadounidenses heterosexuales, que aceptan este llamado como uno de justicia y tolerancia social.

Nuestro objetivo es presentar argumentos de carácter público y accesibles a todas las personas razonables. Al hacer esto, nos referimos a las tradiciones morales y religiosas que han formado nuestra civilización y nuestras vidas. Estamos seguros de que los argumentos fundamentados, inter alia, en la convicción y el pensamiento religioso no pueden ser excluidos legítimamente del debate público en una sociedad democrática.

Al hablar de la homosexualidad, ya sea acerca de homosexuales o el movimiento gay y lesbiano, es necesario hacer ciertas distinciones. En ocasiones, la homosexualidad está considerada un asunto de "orientación" sexual, refiriéndose a aquellos deseos eróticos dirigidos predominante o exclusivamente a miembros del mismo sexo. Muchas personas como éstas llevan vidas de disciplina y castidad. Otros actúan de acuerdo con su inclinación homosexual. Algunos de estos últimos están "en el closet", aunque debido a la presión del movimiento homosexual, se sienten incómodos con respecto a esa distinción entre público y privado. Aún otro sector de la población homosexual hace público lo concerniente a su inclinación y comportamiento e insiste que un "estilo de vida" gay debe, no sólo ser tolerado, sino afirmado.

Debido a estas diferencias, existen algunas tensiones dentro del "movimiento". Algunos quieren hacer de la homosexualidad una "tendencia", mientras que otros dicen que su objetivo es hacer una revolución cultural, moral y política.

Lo nuevo, la novedad, es un movimiento que propone agresivamente cambios radicales en el comportamiento social, la religión, la moralidad y la ley. Es importante distinguir entre las consideraciones de política pública y el juicio de individuos en particular. Nuestra declaración está dirigida principalmente a debates sobre política pública y lo que debiera ser la norma de la sociedad. Compartimos la incomodidad de la mayoría de los estadounidenses acerca de las propuestas presentadas por el movimiento gay y lesbiano, y buscamos expresar claramente las razones que expliquen esta ansiedad, mayormente intuída y todavía no expresada por la mayoría de los estadounidenses, con respecto a la homosexualidad y a su creciente impacto en nuestra vida pública.

Aunque el movimiento gay y lesbiano es de hecho algo nuevo, fue preparado y en general es una extensión lógica de lo que se ha conocido como la "revolución sexual". La definición de lo que es el matrimonio y la familia que alguna vez fue considerada la norma, ha sido comúnmente desacreditada en nuestra sociedad y demasiado frecuentemente también en nuestras comunidades de fe. Las comunidades religiosas y su liderazgo se han visto profundamente implicadas en el rechazo de las normas sociales que son esenciales para el florecimiento humano. Por tanto, la crítica moral del mundo homosexual necesita ser al mismo tiempo una crítica de las actitudes y de los comportamientos que han pervertido las relaciones heterosexuales.

Pensamos que cualquier entendimiento de la sexualidad, incluyendo la heterosexualidad, que hace de ella un área principalmente para la satisfacción del deseo personal es dañina a los individuos y a la sociedad. Cualquier forma de vida que acepte o aliente las relaciones sexuales por puro placer o para la exclusiva satisfacción personal, se sale de aquello hacia lo cual el matrimonio está llamado a ser.

Las comunidades religiosas que en las últimas décadas han tolerado la promiscuidad -- aún entre ministros que han hecho solemnemente sus votos matrimoniales, pero que sus propias congregaciones no los han tomado en serio y que no han considerado los devastadores efectos causados a los niños por el divorcio -- no pueden condenar con integridad el comportamiento homosexual, a menos que estén dispuestos a reafirmar la norma heterosexual en una forma más creíble y efectiva en la atención pastoral.

Como testimonio del papel perdurable que tiene la religión en la vida norteamericana, está el hecho de que muchos afiliados al movimiento gay y lesbiano buscan la bendición de las instituciones religiosas. Esto ocurre porque este movimiento cree que el recibir esta aprobación formal le dará un apoyo eficaz, ya que dicho apoyo proviene de las instituciones básicas que legitiman la moralidad en nuestra cultura popular.

Una razón del descontento de los líderes religiosos frente a este movimiento es la antigua y continua incapacidad de ofrecer atención pastoral bien fundamentada que ayude a las personas que se enfrentan con los problemas de su homosexualidad. Al enfrentarse con las tentaciones de la vida, las comunidades religiosas deberían estar mejor entrenadas para apoyar a la gente en su lucha por vivir castamente.

La revolución sexual está motivada por presuposiciones que pueden y deben ser retadas. Posiblemente la principal presuposición de esta revolución es que la salud humana y el florecimiento requieren que el deseo sexual sea entendido como una "necesidad" que hay que satisfacer. Cualquier disciplina de negación o limitación ha sido descrita popularmente como poco saludable y deshumanizante.

Sin embargo, insistimos que es deshumanizante definir nuestra personalidad como hombre y mujer únicamente por nuestros deseos. No es plausible sugerir que esa experiencia humana milenaria que nos ha enseñado todo lo referente al auto-control deba ser considerada como una mera represión.

Al mismo tiempo que la revolución sexual ha exagerado el lugar del sexo de forma grotesca, también lo ha trivializado. El misterio de la sexualidad humana ha sido reducido comúnmente a una forma de recreación o de gusto. Esta mezcla peculiar de lo exagerado y lo trivial hace posible que el movimiento gay y lesbiano exija simultáneamente un respeto por lo que se dice que es la verdad más importante o constitutiva de los homosexuales, y al mismo tiempo por la tolerancia de lo que después de todo es tan sólo un "estilo de vida diferente".

Es importante reconocer la relación entre las partes que constituyen la revolución sexual. La aceptación del aborto, del adulterio, del divorcio, del feminismo radical y del movimiento gay y lesbiano no se dio accidentalmente en el mismo momento histórico. Lo que tienen en común todas estas cosas es un deseo declarado de liberación de la represión, especialmente de la represión relacionadas con una cultura y con una tradición religiosa que se perciben como "opresivas". También tienen en común la presuposición de que el cuerpo es poco menos que un instrumento para satisfacer los deseos, y que esta satisfacción es la esencia del ser.

Basándonos en las enseñanzas bíblica y en razonamientos filosóficos, rechazamos este dualismo radical entre el ser y el cuerpo. Nuestros cuerpos tienen su propia dignidad, llevan su propia verdad y son partícipes de nuestra personalidad de una manera fundamental.

El matrimonio y la familia -- esposo, esposa e hijos, unidos por un vínculo legal y por el reconocimiento público -- son las instituciones más eficaces para criar a los niños, orientar la pasión sexual y el florecimiento humano en la comunidad. No todos los matrimonios y las familias "funcionan", pero es poco sabio permitir que en vez de que nos guíe una visión de lo que es normativo e ideal, nos dejemos llevar por la patología y el error.

La aseveración de que todas las instituciones sociales y los patrones de comportamiento son construcciones sociales que nosotros, si así lo deseamos, podemos alterar sin dañarnos a nosotros mismos es una propuesta mucho más radical, por su origen e implicación, que la misma revolución sexual. Nadie debería dudar que las instituciones del matrimonio y la familia están condicionadas culturalmente y sujetas a cambio y a desarrollo, pero tal reconocimiento no debería minar nuestra capacidad para discernir los patrones comunitarios que sirven mejor al bienestar humano. El judaísmo y el cristianismo no inventaron la norma heterosexual, pero estas tradiciones de fe afirman esta norma y pueden abrir nuestros ojos para ver en ellas importantes verdades sobre la vida.

Es fundamental para la vida humana que la personas en la sociedad sean procreadas por medio del hombre y de la mujer, lo cual se expresa típica y paradigmáticamente en el matrimonio entre un hombre y una mujer porque presenta la unión de personas en la que los dos se vuelven una sola carne -- una unión, que según la tradición bíblica, es el fundamento de toda comunidad humana. En el matrimonio fervoroso se manifiestan y reciben apoyo tres elementos importantes de la vida humana:

1. La sociedad humana se extiende a través del tiempo; tiene una historia. Esto es así, porque por la misteriosa participación de nuestras potencias procreadoras en la propia vida creadora de Dios, trasmitimos la vida a aquellos que nos sucederán. Nos convertimos en personas con una historia compartida en el tiempo. Tan sólo la norma heterosexual da una expresión completa a los compromisos de tiempo e historia evidentemente necesarios para tener y cuidar a los hijos.

2. Es importante para la sociedad humana que aprendamos a valorar esta diferencia sexual, verdad que hayamos en el momento paradigmático de la complementariedad entre el hombre y la mujer. Por supuesto, las personas puede complementarse mutuamente en diferentes formas, pero la complementariedad entre el hombre y la mujer está basada en nuestros cuerpos y en su estructura, lo cual se acepta completamente. No estamos implicando aquí una división entre lo que significa ser persona y el cuerpo, como si los seres humanos fueran simplemente deseo, razón o voluntad. La complementariedad del hombre y de la mujer nos invita a aprender a aceptar y a afirmar el mundo natural.

3. La sociedad humana necesita la dirección y del dominio de muchos impulsos. Pocos de éstos son más poderosos o impredecibles como el deseo sexual. A través de la historia, las sociedades han tenido especial cuidado en asignarle a la sexualidad su lugar en una sociedad como el matrimonio y la familia. El matrimonio es un lugar en el que de forma singular nuestra indocilidad empieza a curarse y nuestro temor a la responsabilidad se supera; donde aprendemos a anteponer las necesidades de la otra persona a nuestros deseos.

Tener y cuidar niños es un proyecto muy difícil. El hombre y la mujer necesitan todo el apoyo que puedan recibir para mantener un matrimonio estable, un matrimonio en el que la siguiente generación pueda florecer. Aún los matrimonios que no crían niños están más de acuerdo que en contra de esta norma heterosexual. Describir el matrimonio como simplemente uno de tantos estilos de vida es minar seriamente la visión normativa del bienestar social.

Existen formas legítimas y honorables de amor que no son el matrimonio. De hecho, uno de los valores que se discuten hoy es una antigua y honrosa tradición que es la amistad entre hombres, entre mujeres y entre hombres y mujeres. En el clima actual de sexualizar y politizar todas las relaciones interpersonales intensas, esa amistad vivida en la castidad y en el celibato motivados por la religión está gravemente expuesta a la destrucción. En nuestro momento cultural en que el deseo se vive con estrechez mental, la vida casta en la soltería ha caído en la sombra de la sospecha y mucha gente duda de que exista. De hecho, las "necesidades" sexuales no satisfechas se ven generalmente como una forma de desviación. En este contexto, se vuelve imperativo afirmar la realidad y la belleza que existe en las relaciones castas y al mismo tiempo caracterizadas por una profunda intensidad afectiva.

Muchos gays dicen que no tienen elección, que no pudieron ser de otra forma de como son. Tal aseveración puede tomar diversas formas, por ejemplo, que "ser gay es natural para mi", o inclusive que "Dios me hizo así".

No podemos zanjar aquí la disputa sobre las raíces -- genéticas o ambientales -- de la homosexualidad. Pero sí podemos afirmar que si existieran tales raíces que predispusieran a la homosexualidad, el caso no sería muy diferente a la evidencia de que hay predisposiciones hacia otros comportamientos, como por ejemplo, el alcoholismo o la violencia, predisposiciones que deben ser resistidas.

En cuanto a si se debe cambiar o no una inclinación homosexual, afirmamos que los pastores y terapeutas tienen la obligación de ayudar a todos a resistir el impulso de actuar llevados por el deseo de gratificación homogenital.

Los datos de Kinsey, que sugirieron que 10% de los hombres eran homosexuales, ahora han perdido toda credibilidad. Las investigaciones actuales sugieren que el porcentaje de hombres, cuyos deseos sexuales y comportamientos son exclusivamente homosexuales, se reduce a un 1% ó 2% en las sociedades desarrolladas. En cualquier caso, la frecuencia estadística de un acto o deseo no determina sus status moral. La discriminación racial y el abuso infantil se presentan frecuentemente en la sociedad, pero no por este hecho se van a volver "naturales" en el sentido moral.

La comunidades religiosas en particular, deben apoyar amorosamente a todos los fieles en su batalla contra la tentación, insistiendo al mismo tiempo que precisamente por su bien debemos considerar pecaminoso el comportamiento homosexual y el extra-marital heterosexual, de los cuales algunos se dejan llevar.

Muchos en nuestra sociedad -- tanto heterosexuales como homosexuales -- dicen también que aquello que la gente hace, sexualmente hablando, es una cuestión muy privada, que a nadie le importa más que a ellos. El resultado de esta exigencia es a veces desconcertante para mucha gente y con justa razón. Porque aquello que una vez fue considerado como un acto privado ahora está altamente publicitado, mientras que para los mismos actos, se exige un privilegio público precisamente por ser privados. Lo que se maneja aquí confusamente es un individualismo extremo, una exigencia de autonomía tan extrema que acaba con el bien común.

Además de la forma en que el mal funcionamiento sexual daña al carácter, existen otros daños. Pongamos como ejemplo las tasas alarmantes de promiscuidad sexual, depresión y suicidio y la ominosa presencia del SIDA en la subcultura homosexual. Nadie puede dudar de que estas son razones de preocupación pública. Añadámosle el daño hecho al orden social, una vez que las políticas pro homosexuales hayan avanzado, se dará un incremento de la incidencia en el estilo de vida gay que minará el carácter normativo del matrimonio y de la vida familiar.

Los que abogan por los gays y las lesbianas a veces dicen que lo único que están solicitando es acabar con una discriminación análoga a la de los primeros movimientos de derechos civiles que buscaban justicia para los estadounidenses negros. La analogía es poco convincente y desviada. Las diferencias de la raza concuerdan con nuestra naturaleza y no le son contrarias. Sin embargo, tales diferencias no son justificables para un comportamiento que en todo caso es inaceptable. A veces se dice que los homosexuales tan sólo quieren el reconocimiento de su status, no necesariamente el de su comportamiento. Pero aquí, la diferencia entre status y comportamiento no se sigue. La declaración pública de status ("salir del closet") es una declaración de que se acepta un comportamiento deliberado.

Es necesario discriminar ciertas relaciones. Los que apoyan el "compañerismo doméstico" de gays y lesbianas tal vez piensen que la suya es la única forma de amar que son capaces de expresar. A estas personas que dicen que este comportamiento desordenado es la esencia de su ser, les respondemos seriamente que están equivocados.

Estamos conscientes de que esta declaración será considerada por muchos como una muestra de "homofobia", pero tales argumentos se han vuelto poco persuasivos y han dejado de intimidar.

Tememos que nuestra sociedad continue precisamente de la forma como lo expresa poéticamente el Papa Alejandro: "El vicio es un monstruo de estirpe temerosa. Para odiarlo, se necesita verlo; ahora, cuando ya se ha visto su rostro con frecuencia, se ha vuelto familiar. Primero aguantamos, después nos quejamos y finalmente lo abrazamos."

Aguantar (tolerancia), sufrir (compasión), abrazar (afirmación); esta es la secuencia del cambio de actitud y juicio en que ha ido avanzando el movimiento gay y lesbiano con un éxito notable. Esperamos que a este éxito se le interpongan ciertas barreras y que aquello que es realmente natural se reafirme por sí mismo...antes de se haga más daño a innumerables individuos y a nuestra vida diaria.

Tal vez algo de este daño pueda impedirse. Para la mayoría de la gente, el matrimonio y la familia son el proyecto más importante de sus vidas. Hombres y mujeres quieren transmitir a sus hijos las creencias que han aclamado sus corazones y sus mentes. Estas personas deben de ser apoyadas en este intento.

Hasta aquí, hemos tratado de establecer nuestros objetivos y las razones que los apoyan. Aún cuando hayan discrepancias ante esta declaración, esperamos que sea útil para otros. El movimiento gay y lesbiano, así como los cambios dramáticos en las actitudes sexuales y el comportamiento inherente a este movimiento, ha suscitado una gran agitación moral en nuestra cultura. Nuestra esperanza es que esta declaración contribuya a convertir esta agitación en una conversación serena sobre el tipo de gente que somos y lo que esperamos ser.

Fuente: http://www.vidahumana.org/vidafam/homosex/otras_iglesias.html

Gays y Religión

La religión es un tema complejo.

Algunos pensadores dicen que la religión no hace más que sostener un modelo económico. En nuestro caso sería el capitalismo. Personalmente estoy de acuerdo con esos pensadores.

Casi todas las religiones marcan a la homosexualidad como pecado o como cosa mala o indeseable. La Iglesia Católica dice que la homosexualidad existe, pero sólo acepta que uno viva con esto como una especie de estigma que no podrá lavar jamás. Prohibe la unión de dos personas del mismo sexo en pareja y sólo acepta la existencia de los gay como entidades separadas. En mi vida personal he conocido a varios sacerdotes, de los cuales casi todos eran homosexuales. Por esa razón creo que en esta política de la Iglesia Católica hay algo raro. Claro está que no soy nadie como para juzgarlos como personas. Lo que sí puedo hacer es condenar su política, ya que trae mucha infelicidad a las personas que siguen su doctrina y se sienten mal por ser gays, solamente por hacerles caso.

No conozco sobre otras religiones, y por eso acepto los comentarios que quieran acercarme sobre ellas.

En mi caso particular no soy religioso y entiendo que la religión tiene mucho de ley. Eso de “esto está bien y esto no”, “esto agrada a Dios y esto no”. En este punto se hace muy complicado debatir sobre la homosexualidad, ya que siempre terminamos acudiendo a una entidad divina que quiere ciertas cosas y otras no. Poco debate puede hacerse.

Si hay algo que puede decirse sobre la religión respecto de ser gay, creo que es condenar su intento de manejar nuestras vidas. Quienes somos homosexuales no tenemos por qué creer que somos malas personas por el solo hecho de ser gays.

Pero claro, queda a tu criterio, como toda creencia. Creo que nadie puede sentirse culpable de algo que no eligió. Nadie puede sentirse culpable por haber hecho algo que no hizo. Nadie puede ser culpable de algo que no es malo. No se puede ser culpable de ser gay porque no es algo punible, de la misma forma que no se puede ser culpable de tener el pelo marrón.

De lo único que se puede ser culpable es de intentar hacerle daño a otra persona por mera maldad, o de mentir para hacerle mal a otros. Y decir que ser gay es malo, por el sólo hecho de que no nos agrada, es algo muy grave.

Peor aún, es muy grave decir que la homosexualidad es mala cuando nosotros mismos lo somos y vivimos ocultándolo. Si tanto les preocupa que existan personas gay, por algo será.

Para concluir y no irse por las ramas: uno puede pertenecer a la religión que desee. Lo que creo que no se puede permitir es que se atropelle nuestra personalidad. Que se nos haga sentir culpables de algo sobre lo que no podemos sentir ningún tipo de culpa. Y, lo más importante, de impedirnos ser felices.

Fuente: http://www.soy-gay.com.ar/gays-y-religion/